jueves, 25 de julio de 2013

Las lecturas que se oyen

Siempre de alguna manera insólita me golpean recuerdos de las cosas que leo. Hay muchas que imagino cotidianamente, otras tantas que recuerdo con minuciosa precisión, pero también hay otras que escapan a mi memoria y en algún rincón olvidado de mi cabeza se mantienen al acecho, solapadas en océanos de tiempo, en áticos de días incontables que súbitamente se reducen a la nada. Desde esa metafísica habitación del subconsciente esta mañana me ha golpeado justo en los tímpanos una de mis favoritas. En los tímpanos, porque algunas de las cosas que leo por fortuna también se pueden oír. El placer de escuchar la versión oral de fragmentos de mis piezas de literatura favoritas se puede comparar con muy pocas cosas en realidad. En la hamaca, en la ventana junto al balcón, en un vagón del metro, en las transiciones en la oficina, una tarde de domingo, -no lo he intentado en la ducha porque mi reproductor de música no es resistente al agua-, siempre es grato tomarse un tiempo para disfrutar la interpretación hablada de esos fragmentos geniales que alguien algún día escribió. La desconcertante sorpresa fue que no encontré, tras googlear un rato nada breve, una versión on-line, escrita, del texto que con tanto sosiego recordé esta mañana. Y por una consecuencia fácilmente imaginable, no quise más que transcribirlo desde mi reproductor de música y consignarlo aquí, para que cuando alguien más en algún lugar del mundo quiera leerlo, sepa que hoy, en medio de un rutinario día de trajinar en la oficina me asaltó la memoria, y caí tiernamente, y fui víctima de la GUERRA FLORIDA, del gran Julio Cortázar:

GUERRA FLORIDA

Usted es una ñatita peligrosa y yo le voy a hacer la guerra. Para empezar le tiro estos obuses y con una bazuca supersónica le anulo las defensas exteriores, mientras mis tanques ganan las zonas vulnerables y los aviones bombardean sus terrenos más críticos. 
Después usted se rinde, claro, aunque nunca se sabe y es por eso que mis reservas estratégicas entrarán en acción si es necesario hasta obligarla a levantar bandera blanca. Todo esto es triste pero vivimos en el siglo XX y usted sabe muy bien que no es posible dar tregua al enemigo. 

Ñatita: ¿Usted creyó todo esto? Le haré la guerra, esté segura, pero vaya mirando los obuses: ¿No ve que son manzanas de rionegro? Fíjese bien en la bazuca, tiene una camiseta de Estudiantes de La Plata primera división. Los tanques, ¿no los siente? tienen dedos para abrirse un camino despacito, y los aviones son abejas haciendo aterrizar en sus pestañas, en su nariz, y en su trompita que llora por llorar, porque se debe, porque no hay que rendirse sin llorar, protestando un poquito, para que nadie diga que fue fácil.

No hay comentarios:

Publicar un comentario